lunes, 30 de julio de 2012


Carlitos guardaba un cariño entrañable por los pibes. Y la purretada correspondía a ese afecto. Apenas los pibes divisaban su coche por el barrio, venían corriendo a rodearlo. A su alrededor se formaban verdaderos mítines infantiles. Y Gardel se ponía a conversar con ellos, a hacerles bromas y a contestar la lluvia de preguntas que los admirados pebetes le dirigían. Entre la barra de Jean Jaurés había un pobre chico afectado de parálisis infantil, cuya familia era pobrísima. Un día, Carlitos le regaló un triciclo ortopédico, para que pudiera ir fácilmente de un lado al otro. Pero todo esto lo hizo a la sordina, modestamente. (Fuente: "Gardel, La Biografía", de Juíán y Osvaldo Barsky).

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